EL ARBOL GENEALÓGICO. UN REGALO HECHO CON AMOR

 

En los últimos meses, he recibido varios encargos de investigación familiar, que buscan ser materializados en un regalo. 

 

Soy de la opinión personal de que es tremendamente complicado, condensar la historia familiar en un “árbol genealógico al uso”.

 

En el caso de que desease utilizar un árbol para representar a mi familia, ¿qué árbol elegiría? En mi historia familiar hay cipreses, arces, saúcos, castaños, cerezos e higueras. ¿Por qué renunciar a alguno de ellos? Hay también vides, muchas vides, aunque yo preferiría que no apareciesen… Y una pizca de ese orégano silvestre, que mi abuela le echaba a las «filloas«. También moras,  que mi tía María esmagaba en un plato de porcelana con borde azul, tras regarlas generosamente con azúcar. Hay resina de pinos pegada a mi ropa y  dedos. Y el roce traidor de las ortigas, abrasando mis piernas. También flores de cardo volando por los aires, lanzadas como proyectiles. Y el cosquilleo de todo tipo de herbáceas. 

 

 

 

 

 

En caso de que decidiese incluir los nombres de las personas que me antecedieron, ¿qué nombre eligiría? ¿El nombre y los dos pellidos o un apelativo cariñoso? A mí, personalmente se me haría raro, llamar a mi abuelo Francisco, y no  Paco. O llamar al “Tío Cura”, José. Quizás la realidad es que no haya un solo tipo árbol, sino uno diferente para cada persona.    

 

 

Y  con esto vamos a la última pregunta ¿qué personas incluiría en una representación gráfica de mi familia? ¿A la familia de sangre únicamente o a la familia emocional?  ¿Habría espacio acaso, para determinadas personas, que sin ser exactamente familia, son claves para la historia?

 

 

 

 

 

“Nuestra familia es en verdad infinita. Aunque ni siquiera sepamos con quien nos cruzamos en la vida en un instante, brevísimo “

 

Henning Mankell

 

 

 

 

 

Recuerdo, que hace un año entregué un árbol genealógico, que tenía como destinataria a una mujer que cumplía ochenta años. En este caso, opté por un árbol que , incluía un solo nombre. Se trataba de D. Ricardo (Ricardo Rodríguez Pastor), un personaje que, sin ser familia, se convirtió en alguien clave para la misma. La historia no sería igual, si uno de los bisabuelos de aquella mujer,  Ventura «El Bienaventurado», no hubiese llegado a Coruña desde Arteixo,  a finales del S.XIX en busca de fortuna y hubiese acabado como portero, en el edificio donde vivía, quien sería, con el tiempo, Presidente del Banco Pastor.  

 

 

 

 

Solar de Banco Pastor. A Coruña. 1922

 

 

 

 

 

 

En esta ocasión, decidí sustituir el símbolo del árbol por la imagen de un libro abierto , en que la parte izquierda representaba a la familia paterna y la derecha a la materna. En el árbol no aparecían nombres ni fechas, salvo el de Don Ricardo. Aparecían, eso sí, ciertas imágenes simbólicas que representaban ocupaciones, leyendas e hitos familiares.

 

 

El resultado fue una lámina original ejecutada por la artista lucense Isabel Somoza, gestora de Augatinta, basándose en las historias que yo le contaba a medida que avanzaba la investigación. Para ello, fue fundamental la ayuda de una  colaboradora necesaria, la hermana de la cumpleañera, que adornó el relato familiar con cientos de detalles.  Acompañamos esta lámina de una pequeña guía, en la que se contaba la historia de la familia, a modo de cuento.  

 

 

 

 

 

 

 

Fue un regalo de cumpleaños, realmente especial y emotivo. Cuando sea mayor, quiero tener uno igual. 

 

 

 

 

Si tuvieses que hacer una representación gráfica de tu familia, ¿qué elemento escogerías? ¿Un árbol o un libro? ¿Un mapa o una casa? ¿Qué personas, incluirías en tu árbol genealógico? ¿Te gustaría hacer un regalo emotivo y original?  

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