Dicen que el nombre imprime carácter. Me pregunto, que es lo que llevó a mis bisabuelos a poner a su hijo más pequeño, el nombre de Aurentin. Cuenta la historia que le llamaron así por un ingeniero francés, que a finales del S.XIX, trabajaba en la zona de Monforte, en la construcción de la línea de ferrocarril, que unía Galicia con la meseta. Corrían tiempos de “mesianismo ferroviario”.
El tren era una promesa de progreso y modernidad. Eso era lo que sus padres deseaban para mi abuelo: progreso y modernidad. Aurentin era una invocación, que permitiría acabar con la maldición de la escasez y el hambre en la familia. Su nombre escondía un anhelo de abundancia.
Estación de Ferrocarril de Monforte de Lemos. 1885. Foto de J. Lauren
Cuando la vida de mi abuelo se acercaba a su fin, sus manos eran ásperas y su brillo era más interior que exterior. Aurentin no se había enriquecido materialmente. Pero, la historia interiorizada de su nombre le recordaba que debía de brillar, como el oro, aunque lo hiciese silenciosamente. Aurentin tenía un algo de dignidad y elegancia en su porte. Había sobriedad y grandeza, en su rostro.
Su biografía estuvo también marcada por su nombre de origen francés, que lo vinculaba irremediablemente con el pensamiento ilustrado, la lucha por la libertad, igualdad y fraternidad y con el amor romántico.
La libertad guiando al pueblo. Eleazar
Amor romántico, sí…. La boda clandestina de mis abuelos es un capítulo fundamental de la historia familiar. Un acto de subversión del orden establecido o modernidad en estado puro. Los novios, con la complicidad de algunos familiares y amigos, huyeron a Ourense para casarse. A escondidas caminaron hasta Monforte, para luego tomar un tren hasta Ourense. Hace casi ya cien años de aquello. ¿Os imagináis? Era lo que se diría un matrimonio morganático, porque Aurentin era pobre y mi abuela, hija de un propietario. Puede que Aurentin no tuviese oro, pero de alguna manera era oro. De hecho, pasado el tiempo, el padre de mi abuela descubrió la grandeza de Aurentin y lo aceptó como si fuese su propio hijo.
MARIA
27.02.2016 at 18:38Hola!! Enhorabuena por hacer lo que amas!!!! Me ha resultado super interesante!!
Mi nombre es María José, cuando yo nacía, mi abuelo materno, José, estaba muy enfermo y les dijeron que no tenía solución, por lo que olvidaron Estefanía (como mi bisabuela paterna) y decidieron como mi abuelo. Nombre que lleva uno de sus hijos, dos de sus nietos, mi abuela, su mujer, se llama Pepa…
En casa y la familia cercana ,siempre me ha llamado Jose, hasta hace unos años. no me decía nada para bien ni para mal, pero de un tiempo a esta parte, no me gusta….lo escucho con mucha carga…
Hace unos 18 años en mi primer trabajo, cuando yo llegué, ya había una María José por lo que el Jefe decidió que me llamaran María para evitar problemas…Me sonaba fantástico, me gustaba!! los círculos que conocí durante esos años me llaman María y me gusta!!! Unos años después, cuando me fuí de allí, otra vez volví a María José y me pesa….hasta hace unos meses que sin pensarlo, llegué a un lugar nuevo y desde el primer momento me llamo María y siento como mucho alivio, no sé que es lo que me puede pesar tanto…. GRACIAS
bisagras de papel
04.03.2016 at 10:50Que bien María!! A veces la vida nos regala dos nombres!!! Qué sabes de la historia de vida de tu abuelo? Quizás mirando ahí puedas encontrar algo.