EL indiano

¿ES INDIANO UNA PALABRA NEUTRA?

Hace unas semanas, cuando escribía un artículo sobre Venancio Vázquez López, el chocolatero de Sarria, que hizo fortuna en Madrid, se me planteó una duda.

 

 

En ese artículo hablaba de él , «como un indiano de libro». 

 

 

Venancio encarnaba todas la virtudes que un indiano debía de tener mí. 

 

 

Era una persona generosa, comprometida con la justicia social, el progreso y la modernidad.

 

 

La perfecta combinación de un ser, que gozaba de riqueza material y moral.  

 

 

Los hermanos García Naveira de Betanzos o Francisco Domínguez Mosquera de Carballedo eran también un buen ejemplo de ello.  

 

 

 

La encuesta

 

 

Mi pregunta era la siguiente: ¿habría otras acepciones de la palabra indiano?

 

 

Decidí ponerme manos a la obra y plantear esta cuestión en Linkedin. La idea era averiguar si indiano era una palabra neutra, o si por el contrario, tenía algún tipo de  connotación, positiva o negativa.

 

 

Finalmente, ¿sabéis qué opción ganó?  Pues aquella que consideraba que la palabra era totalmente neutra. 

 

 

La mayoría del personas encuestadas coincidía en que indiano era el término utilizado para referirse a las personas, que habían emigrado a América y regresado con riquezas. 

 

 

La segunda opción más votada fue aquella que asociaba a la palabra con algo positivo.

 

 

Por último, sólo un 20 % consideró que indiano era algo negativo.

 

 

Esa tercera respuesta, la menos votada, era la que más curiosidad generaba en mí.      

 

 

 

 

El indiano, en su versión menos amable

 

 

Alguien me habló de la novela «Los treinta apellidos» , escrita por Benjamín Prado. Este libro saca a la luz las malas artes que algunos de estos hombres emplearon, para hacer fortuna. ¡Indiano podía ser sinónimo de negrero o de esclavista!

 

 

Pensad por ejemplo en Urbano Feijóo de Sotomayor, que a mediados del S.XIX, contrató en origen a varias remesas de paisanos orensanos, para que trabajasen en condiciones de esclavitud, en las plantaciones de azúcar de Cuba.        

 

 

Otra me contó que indiano era para ella, alguien que regresaba rico de América, pero renegaba de sus orígenes sociales y culturales. ¡Así que algunos indianos podían padecer aporofobia y convertirse en personas, totalmente desconectadas de sus raíces!

 

 

Rosalía de Castro trata este tema con enorme maestría, en el cuentito «El Cadiceño», que nos devuelve la imagen grotesca de dos hombres que regresan de Cádiz y de La Habana, queriendo aparentar que han triunfado. 

 

 

La autora los describe como “enfatuados e ignorantes”, que todo lo miran por encima del hombro, inspirando a los que le oyen, el desprecio por su tierra. 

 

 

De los falsos indianos habla Antonio Ferrer en un capítulo dedicado a “El indiano” en el diccionario de estampas costumbristas titulado: «Los españoles pintados por sí mismos», publicado en 1843-1844, cuando dice que: “A las Indias, como en el reino de los cielos, son muchos los llamados y pocos los escogidos”.  

 

 

El autor de este pequeño retrato tipológico cuenta que, no todos los que partían de las aldeas de Cantabria, de los concejos de Asturias o de las parroquias de Galicia, volvían opulentos.

 

 

 

El mapa no es el territorio  

 

 

Como se dice en PNL, el mapa no es el territorio” .

 

 

Mi visión romántica e idealizada del indiano no tenía que coincidir, con la del resto del mundo.

 

 

Acababa de descubrir que había muchos indianos.  Todos tenían en común la ropa elegante y el gusto por el tabaco. Pero, a partir de ahí, podía haber cientos de matices.   

 

 

 

Cuéntame, ¿qué es para ti un indiano?  ¿Hubo ganancias económicas sobrevenidas, en tu familia? ¿Algún salto cuántico, en la esquela social? ¿Sabes de dónde vino ese dinero?     

 

 

 

 

 

 

 

No hay Comentarios

Deja un Comentario

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Don`t copy text!