LOS DOCUMENTOS GENEALÓGICOS. PON UN POCO DE PRIMAVERA EN TU VIDA

LOS DOCUMENTOS GENEALÓGICOS. PON UN POCO DE PRIMAVERA, EN TU VIDA

Esta semana, tuve  que cubrir varios formularios, para realizar distintas gestiones administrativas personales.

 

 

Los formularios son documentos en los que por lo general, todo está medido. No hay espacio para la literatura o la poesía en los papeles. Sí lo hay bajo el título “comentarios” o similar, aunque es obligatorio no superar un número máximo de caracteres y  no salirse  de los márgenes establecidos.

 

 

Todo parece atender a la premisa: Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”.

 

 

En este mundo formal y estandarizado, parece imposible poder encontrar detalles interesantes, sobre la vida de nuestros antepasados. Imagina que dentro de cien anos, alguien intenta reconstruir tu biografía, en base a esos documentos.  ¿Se emocionaría, al leerlos?  

 

 

Muchas veces,  cuando explico a mi clientela potencial que como genealogista  trabajo con documentos, no pueden imaginar el verdadero alcance de esta frase.  ¡Hay que vivir la experiencia!      

 

 

Está la emoción de una mujer que lee y acariña la firma temblorosa, pero firma al fin, de su bisabuela. ¡Hubo una mujer en su familia, que era capaz de leer y escribir, cuando el 99 % de las mujeres no sabían!

 

 

O la sonrisa de un hombre que descubre que un de los oficios de su tatarabuelo fue ser «portero del circo”, que viene a ser portero del primer teatro de Lugo. Y digo uno de sus oficios, porque cada vez que este hombre registraba el nacimiento de uno de sus hijos e hijas, declaraba tener uno diferente.  

 

 

Por último, está la conmoción de una mujer a quien cuento, que su abuela fue entregada en la inclusa de Mondoñedo, cuando tenía dos meses.

 

 

Y también la ternura que brota de su corazón, cuando lee la descripción detallada de la ropita, que la envolvía: Camisa de algodón, pañal de ídem, mantilla blanca de muletón, faja de hilo, gorro de zaraza de color rosa con tul blanco, chapines de rayas, encarnados y crema”. Pode que su ropa no  fuese del Corte Inglés, pero había mucha primavera, en su gorrito de zaraza.  

 

 

 

 

 

 

 

 

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