regalo genealogico

MANOLO CUMPLE CIEN AÑOS

Regalo genealógico, a la vista.

 

 

Mi tío Manolo cumplirá pronto cien años.

 

 

Por más que repaso mi genealogía paterna y materna, no encuentro a nadie tan longevo.

 

 

Hay bastantes nonagenarias, pero nadie que hubiese llegado a esa cifra mágica de los cien.  

 

 

Esto se merece una gran celebración y un regalo muy especial.

 

 

Así que, hace meses que trabajo en secreto en su genealogía, con la idea de sorprenderle.

 

 

¿Por dónde empezar?  

 

 

Él es mi tío político, por lo que parto casi de cero.  

 

 

Afortunadamente, cuento con la ayuda cómplice de su hija.

 

 

Gracias a ella, he podido diseñar un árbol genealógico muy básico, que incluye tres generaciones.

 

 

También he mantenido varias conversaciones con él sobre su historia de vida.

 

 

Manolo nació en Alais, en Castro Caldelas.

 

 

Unos cuantos bancales de vino le separaban de la casa de mi tía, nacida en la parte alta de Abeleda, en A Teixeira.

 

 

Eran ayuntamientos limítrofes, separados por una frontera difícil de delimitar.

 

 

Uno y otra tenían familia en Abeleda y Alais.

 

 

No le he preguntado a Manolo cómo y cuándo se conocieron.  

 

 

Me gusta imaginar que fue en agosto, cuando San Lorenzo llora.

 

 

Los dos mirando al cielo, escuchando el sonido de las cigarras.

 

 

Después vendría el matrimonio, su primer hijo y un deambular por distinto lugares, unas veces él de avanzadilla y otras la familia al completo, hasta asentarse definitivamente en Ourense.

 

 

Valencia, Brasil, Argentina, Alemania y Ourense. 

 

 

La aldea no era una opción de vida, pero sí un lugar al que siempre regresar.  

 

 

La ciudad como un paréntesis.

 

 

Durante décadas, siguieron cultivando la tierra y cuidando las viñas. Idas y venidas de la ciudad al campo y del campo a la ciudad, portando pequeños tesoros que les recordaban quiénes eran.     

 

 

Cuando Manolo nació, el Sil aún corría libre.

 

 

No había hordas de turistas en A Terra de Caldelas y tampoco existía el geodestino Ribeira Sacra. El mirador de Matacás no tenía todavía el banco más bonito del mundo ni esa plataforma que hoy cuelga, sobre el cañón.

 

 

Pero, volvamos a su árbol.

 

 

Ya he recibido los primeros certificados del juzgado de paz de Castro Caldelas, uno de los más eficientes del mundo.

 

 

Y esta semana subiré la colina, donde está el edificio que alberga el Archivo Diocesano de Ourense, para escarbar en los libros de San Pedro de Alais  y San Paio de Fitoiro, pertenecientes al arciprestazgo de Os Milagres.    

 

 

Habéis leído bien, Fitoiro en Chandrexa de Queixa,  Toca viajar de nuevo a ese lugar en que mi abuela fue Heidi.   

 

 

¡Cuánta emoción!

 

 

 

 

 

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