SlLENCIO. SECRETOS DE FAMILIA

 

 

Hoy, mientras preparo un taller de genealogía en el que hablaremos de secretos familiares, resuena en mi cabeza “Silencio”, una preciosa canción cantada por Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo,   durante la mítica gira de Buena Vista Social Club.

 

 

Siempre me había emocionado escucharla, aunque nunca me había detenido en la letra.

 

 

Ahora ya sé que ese silencio, era una estrategia habitual desplegada por las personas adultas, para preservar la inocencia infantil. Poco recuerdo de los dolores de mi padre y mi madre, cuando yo era niña. Era algo que no se compartía. Sólo cuando yo he vivido situaciones parecidas,  ya de adulta, me he dado cuenta de la gravedad de sus silencios y de la intensidad de su dolor.

 

 

Recuerdo cuando mi abuela decía: “Hay ropa extendida”. Era una indicación de que había que cambiar de tema, porque había cosas que no se debían hablar delante de los niños. Cada vez que decía eso, me sentía realmente incómoda. ¿Era yo la ropa extendida? Y en caso de serlo, ¿qué clase de prenda se supone que era? ¿Un par de pantalones, una falda o unas bragas?

 

 

Al escuchar esta canción,  ya sé que no era una simple pieza de ropa, sino una delicada flor, que dormía en sus jardines. ¿Qué clase de flor? ¿Un nardo? ¿Una rosa? ¿Una azucena?   En el silencio de los adultos había en el fondo, mucho amor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como dice el estribillo:

 

 

 

“Silencio, que están durmiendo los nardos y las azucenas

 

 

 

No quiero que sepan mis penas

 

 

 

Porque si me ven llorando morirán”

 

 

 

Silencio. Rafael Hernández Marín

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué sabes de tu historia familiar? ¿Hay muchos dolores antiguos, sepultados bajo capas y capas de silencio? ¿Qué pasaría si por fin, pusiésemos palabras a lo que fue?       

 

 

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