Hoy me desperté con la noticia del fallecimiento de Bert Hellinger, el padre de las constelaciones familiares. Yo no he tenido la suerte de conocerle personalmente, pero sí he leído algunos de sus libros y experimentado su metodología, a través de varias personas. Así que, en mi día a día como genealogista, siempre tengo muy presentes, las aportaciones de este hombre a la sistémica, con los llamados órdenes del amor.
Tengo que confesar que pasaron muchos años, desde que por primera vez oí hablar de las constelaciones familiares, hasta que constelé con mi propia historia. En mi mapa, asociaba esta herramienta a una especie de güija, en el que el tablero era el cuarto, en el que un grupo de personas se reunían, para conocer las dinámicas de su sistema familiar. Y eso para mi, era sinónimo de peligro.
La casualidad quiso, que hace cuatro años, cuando Bisagras de Papel estaba en proceso de gestación, conociese a Sara Corredoira Darriba. En ese momento, ella estaba organizando las XI Jornadas de Constelaciones Familiares de la AEBH (Asociación Española de Constelaciones Familiares y Sistémicas Bert Hellinger). en Lugo.
El lema, en esa ocasión, era:
“Cada uno en su lugar, con el amor que sana”
Las jornadas se organizaron en marzo, pocos días antes de mi cumpleaños. Acudí a ellas, con curiosidad e ilusión. Escuché por primera vez a Joan Garriga, quien introdujo a Bert Hellinger en España, y me apunté a varios talleres que me atraían, por el tema que trataban. A pesar de eso, tengo que decir que, participé desde la barrera. No salí a constelar ni fui elegida como representante.
A los pocos días, Sara organizó un taller grupal, en el que era la facilitadora. Era el día de mi cumpleaños, así que decidí asistir. Sería un bonito regalo. Recuerdo que hacía apenas unas semanas que había recibido en mi buzón, el certificado de defunción de mi hermano desconocido. Entre mis manos tenía la prueba fehaciente de mi hermano había fallecido con tres meses de edad, un 11/03. Yo nacía dos años más tarde, también en 11/03. Así que, por primera vez en mi vida, iba a celebrar mi cumpleaños, consciente de que su breve existencia.
Sé que compartí esto con el grupo… En ese momento, Sara me preguntó si quería constelar. No lo dudé… Poco a poco, escogí a las personas que representarían a los miembros de mi familia, excepto a mí, ya que asumí el doble papel de representante y observadora. Allí estábamos mamá, papá , mi hermana, mi hermano y todos los demás…. No voy a describir con detalle, la dinámica que se desencadenó, pero sí lo que me llevé.
Todos los demás eran, ni más ni menos, tres embarazos malogrados de mi madre, uno en avanzado estado de gestación, y un bebé que murió con sólo tres meses de vida, de hidrocefalia. Todo esto había ocurrido entre el nacimiento de mi hermana mayor y el mío. Después aún vendría mi hermano pequeño. Eso quería decir que éramos siete y no tres. Y que por lo tanto: “Yo soy la sexta y no la segunda”.
Nuestra familia estaba marcada por el duelo perinatal y eso fue algo, que pude observar y sentir en la constelación. Pero lo más importante para mí, fue encontrar un lugar propio en el sistema e incluir a todos los demás, después de llorarles y despedirles.
Unos meses más tarde, cuando mi diseñadora, Paloma Chapa, me presentó varias propuestas de logo, para Bisagras de Papel , no lo dudé. Me enamoré de esa bisagra, que movía sus alas, con tres puntos en cada una de ellas, seis en total. De alguna manera era yo, transcendiendo mi historia familiar, después de haberme sumergido en ella. El logo, también, hablaba de mí.
¿Crees que hay orden en tu familia? ¿Hay personas excluidas, de las no se habla? ¿Cómo sería esa de darles un lugar en el sistema? ¿Cómo sería eso de encontrar tu propio lugar en el mundo?
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