Estos días trabajo en el diseño de un capítulo muy especial de #OLugoMenosCoñecido, dedicado al 145º aniversario de la llegada del tren a Lugo, en el que descubriremos cómo este acontecimiento cambió la fisionomía de la ciudad y la vida de sus habitantes.
Es muy emotivo para mí iniciar esta colaboración con Guido Alvárez Parga, hablando del tren, ya que este acontecimiento tuvo un grande impacto también, en la historia de mi familia paterna.
Os acordáis de mi abuelo Aurentin, con su nombre de flamante ingeniero francés? O de la huida a Ourense en tren, desde Monforte de Lemos, de Aurentin e Julia para casarse a escondidas?
En tren, viajaron, probablemente los hermanos de mi abuelo y abuela que emigraron a Cuba, desde el puerto de Vigo. También lo hizo mi padre, cuando era niño, para ingresar en el monasterio de la provincia de Burgos, donde estudió. Años más tarde, cuando desechó la idea de ser cura, barajó la posibilidad de ser ferroviario.
A veces, cierro los ojos y trato de imaginar mi otra vida como hija de un trabajador del tren. Sería seguro una vida ambulante, en la que viviríamos en casas pegadas a la vía. ¡Suena bien!
Quien sabe si mi padre sería el primero de una saga familiar vinculada, a este medio de transporte. Y si yo misma, seguiría sus pasos.
Desde la segunda mitad do S.XIX, había en muchos lugares e villas de Galicia, un hablar continuo, sobre todas las cosas buenas que el tren traería. Corrían tiempos de “mesianismo ferroviario”.
En 1873, nacía la primera línea ferroviaria en Galicia, que comunicaba Santiago y Carril. En 1875 vendría la conexión A Coruña-Lugo y en 1881, la de Vigo-Ourense. La comunicación con la meseta no llegaría, hasta 1883.
Una buena muestra del espíritu del momento, que veía en el tren una solución de todos los males es el poema: “Na chegada a Ourense da primeira locomotora”, escrito por Curros Enríquez en 1881, que dice así:
“Vela aí vén, vela aí ven avantando,
comaros e corgas, e vales e cerros.
Vinde vela, mociños e mozas!
Saludaina, rapeces e vellos!
Por onde ela pasa,
fecunda os terreos
espértanse os homes,
florecen os eidos
Vela aí vén, vela aí ven tan oupada,
tan milagrosiña, con paso tan meigo,
que parece una Nosa-Señora,
una Nosa-Señora de ferro.
Tras dela non veñen
abades nin cregos;
máis ven a fartura,
e a luz e o progreso”
“Aires da miña terra” . Manuel Curros Enríquez
El tren estuvo muy presente en la obra de este poeta maldito, que tanta guerra dio con sus escritos.
A veces pienso que el soniquete de sus versos, obsesionó a su su hijo Adelardo Curros Vázquez (1873-1957) y también a su nieto Adelardo Curros Irazogui (1914-1999). Los dos fueron ferroviarios, quién sabe si por fidelidad a su padre.
Marisé
27.08.2020 at 07:34Fermoso relato
bisagras de papel
28.08.2020 at 13:14Grazas, Marisé! Seguro que ti tamén tes querencia polo tren ou algunha historia de familia