Hoy visito por segunda vez, el Archivo Histórico Diocesano de Santiago , después de la vuelta a la nueva normalidad. Y muy a mi pesar, regreso con las manos vacías, a pesar de haber llegado puntual y disponer todavía de hora y medio de tiempo.
¿Cuál es la razón? Ya he consultado las seis unidades que se permiten por persona y día. Para ser más precisa he consultado cinco libros bautismales y uno de defunciones. Esos mismos libros estarán en cuarentena, por un período de diez días.
A esto hay que añadir el uso obligatorio de mascarilla y dos pares de guantes (nitrilo y algodón), la limitación en el aforo y el uso restrictivo de los espacios comunes. Todo en aras de la seguridad.
En el Archivo Diocesano de Lugo es necesario pedir cita previa y el tamaño diminuto de la sala limita el aforo a una persona por día. La contrapartida es un horario generoso, que permite investigar por la mañana y por la tarde. El uso de mascarilla es obligatorio.
El Archivo Diocesano de Ourense no ha abierto al público desde la declaración del estado de alarma en marzo. De momento, no hay previsiones de que lo haga.
No puedo evitar sentir cierta nostalgia de mis idas y venidas a Mondoñedo, Monforte y A Coruña. O de mis visitas emocionadas al Archivo de La Villa en Madrid o al Archivo Nacional de Cataluña en San Cugat del Vallés. Incluso de aquella otra, un tanto surrealista, a Ponferrada para revisar los libros de varias parroquias.
¡Son tiempos extraños de movilidad reducida, guantes y mascarillas! ¡Menos mal que nos queda lo digital!
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