LOS LIBROS PARROQUIALES. EL CURA QUE DESATENDÍA SUS OBLIGACIONES

 

 

 

No sé, si os he descrito alguna vez, el Archivo Diocesano de Lugo. Es un archivo diminuto, en el que sólo hay ocho puestos de lectura. Cuando los ocho puestos están ocupados, el espacio y la capacidad de movimiento de las personas que allí nos sentamos, se reduce muchísimo. Tanta cercanía, favorece que se entablen, breves conversaciones, con los vecinos de mesa.  ¡Es casi inevitable!

 

 

 

Hace unos meses, cuando investigaba en los libros parroquiales de San Pedro de Láncara, mi vecino, me advirtió sobre la incompetencia de un párroco. Hablaba de él, con enfado, por la escasa profesionalidad con que hacía sus anotaciones.   Yo pensé, que exageraba, pero cuando tomé entre manos el Libro de Bautismos de San Pedro de Láncara (1853-1873), me di cuenta, de que tenía razón. Don Antonio Bolaño, que así se llamaba, hacía unas anotaciones demasiado escuetas, en las que apenas había datos, la escritura desordenada y vacilante y con saltos de fecha. Era realmente extraño.

 

 

 

No es extraño que, por eso mismo fuese apercibido por el obispo de Lugo, en la visita pastoral, que hizo a la parroquia en el año mil ochocientos sesenta y cuatro. Esas visitas pastorales, eran una especie de auditoría, en la que se evaluaba la forma en la que los curas ejercían el ministerio. Y eso incluía, el examen atento de los libros parroquiales.    

 

 

 

El obispo, decía haber encontrado en el libro, defectos gravísimos, como “no expresar en que día ni por quien fue bautizado el párvulo, como falta de limpieza y esmero y poca ortografía”. Así,  le previno para que, “por lo sucesivo desempeñe con más esmero esa parte tan interesante de su ministerio”, ya que de no hacerlo así se actuaría contra él con todo el rigor.    

 

 

 

Me pregunto, si Antonio Bolaño consideraba, que esas labores administrativas. eran irrelevantes. Quizás él era un hombre espiritual, que prefería poner el foco en el «ora» y no en el «labora». No había descubierto todavía, que la materia y el espíritu no tienen porque estar reñidas. 

 

 

 

Sea lo que sea,  el mal ya estaba hecho. Ciento cincuenta años más tarde, yo no podía encontrar a las personas que buscaba, a pesar de que habían sido bautizadas en Láncara.  

 

 

 

¿Has consultado libros parroquiales. en busca de información de tu familia? ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Las anotaciones eran escuetas o detalladas? ¿Crees que la persona que anotaba, se esmeraba?

  • Yulexy Navarrete Pita

    15.08.2019 at 08:20 Responder

    Saludos Helena!
    Yo no tengo familiar alguno en Láncara pero me identifico con lo sucedido, pues a mi bisabuela Teresa Iglesias Pérez, un cura en el año 1893 colocó en las notas marginales de su Acta Literal de Bautismo, el segundo nombre del padre de ella y no el primer apellido de la madre. Por ende es un error que había que corregir y gracias a Dios y a las buenas personas que con gran esmero aún trabajan en las Diócesis, fue elaborado un documento por un notario del mencionado lugar enmendando la situación.
    Afectuosamente me despido,
    Dr. Pita

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