Hoy paseo por el parque Rosalía de Castro, muy cerquita de mi casa. En el suelo, hay restos abundantes de hojas y ramas rotas. Ha sido el viento, que ayer de madrugada golpeaba en mi ventana. “Amelie”, así le han bautizado. ¿Qué habrá sido de las mariposas de otoño, que hace dos días revoloteaban , cerca del gigantesco cedro?
Definitivamente, el otoño ya está aquí y nos invita a desnudarnos como los árboles y despojarnos de adornos y disfraces. Un buen momento para hacer balance y soltar de formas de hacer y sentir, que ya no sirven. Nunca es tarde para revisar esto.
En mi cabeza resuena “Adiós” de Benjamin Clementine , una candidata perfecta para formar parte de mi lista de canciones genealógicas. Al fin y al cabo, este tiempo de difuntos en el que honramos a los que ya no están, también es el de revisar «obediencias ciegas » y «lealtades invisibles», que no nos permiten ser. De alguna manera, esta canción es perfecta para hablar del camino de la individuación.
“The decision is mine
The decision is mine
So let the lesson be mine
Let the lesson be mine
The decision is mine
The decision is mine
Cause the vision is mine
The vision is mine”
Estribillo. «Adiós». Benjamin Clementine
El piano de Benjamin Clementine sugiere una precipitada huida hacia adelante y su voz es una súplica, un pedir permiso, para tomar el rumbo de su propia vida. A veces, huir es la única forma posible de sobrevivir. Quizás, cuando pase un tiempo, las personas que como él, hemos emprendido esa huida, tengamos la necesidad de regresar y saber un poco más. Yo lo he hecho y aún hoy, lo sigo haciendo.
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