La lucha por la supervivencia nos coloca irremediablemente en el presente. Nuestros antepasados eran expertos en mindfulness y conocedores del principio de la dualidad. Su vida se guiaba por los ritmos de las estaciones. No había espacio para la nostalgia o para la procastrinación. El tiempo apremiaba, cuenta Wislawa Szymborska en este poema. Su vida duraba, lo que un aleteo de mariposa.
Qi Baishi. Mariposa y melocotón. 1935
LA CORTA VIDA DE NUESTROS ANTEPASADOS
POCOS LLEGABAN A LOS TREINTA AÑOS.
La vejez era un privilegio de piedras y árboles.
La niñez duraba lo que tardaba un cachorro de lobo en crecer.
Era necesario darse prisa, llegar a tiempo a la vida
antes de que se pusiese el sol,
antes de que cayesen las primeras nieves.
Treceañeras paridoras de niños;
cuatroañeros rastreadores de nidos de pájaros entre los juncos;
veinteañeros guías de cacerías;
hace poco aún no existían y han dejado de existir.
Los extremos de la infinitud se unían rápidamente.
Las brujas masticaban conjuros
con todos sus dientes de juventud.
El hijo se hacía hombre bajo la mirada del padre.
El nieto nacía bajo las cuencas de los ojos del abuelo.
Y además, no contaban los años.
Contaban redes, pucheros, chozas, hachas.
El tiempo, tan generoso, con cualquier estrella en el cielo,
les tendía una mano casi vacía
y la retiraba rápidamente, como si le supiera mal.
Un paso más, otros dos
a lo largo del reluciente río
que surge en la oscuridad y en la oscuridad desaparece.
No había ni un momento que perder,
Ni preguntas que aplazar, ni revelaciones tardías
si no habían sido vividas a tiempo.
La sabiduría no podía esperar las canas.
Tenía que ver claro antes de que hubiera claridad
y escuchar cada voz antes de que sonara.
El bien y el mal:
poco sabían de eso, pero todo;
cuando el mal triunfa, el bien se oculta;
cuando el bien se revela, el mal espera escondido.
Uno y otro invencibles
e imposibles de ser apartados a una distancia sin retorno.
Por eso, la alegría, con un poco de temor;
La desesperación, nunca sin una leve esperanza.
La vida, por larga que sea, siempre será corta.
Demasiado corta para añadir algo
Wislawa Szymborska (1923-2012)
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